martes, 17 de mayo de 2011

"Monstruosidandonos"

Para alimentar al monstruo que todos tenemos dentro ¿que se necesita?¿yo  que necesito?...seguir dotándolo de vida…hasta que sus entrañas se retuerzan tanto que lo obligue regresar a su estado natural…a su ousía; y nada de ingenuidad para esto, simplemente aceptación.
El Yo pregunta: ¿cuantas veces hice lo mejor que pude? No tantas como se cree ni como Yo creo, mas, a este acto de actuar suelo darle menos importancia en momentos como éste, de despojamiento. Venir, regresar, regresar y regresar; ir al fin, no dejar de concurrir, pero no reiterar puesto que ese verbo hecho realidad es el gran provocador de que los yoes vean mis intentos embebidos en suciedad, como banales.
Si no soy, tal vez pueda escuchar el silencio y quedarme en esa quietud por un buen trozo de tiempo (¿se me permite por favor?), y lo que es mejor, podría quedarme permaneciendo, y lo que es mejor aún, podría despojarme de toda culpa, ¡ya! Entonces pienso: “Y si llegase a evitar ese vestigio divino, mi existencia sin embargo no seria caótica, muy por el contrario, seria in-autentica”, pero siempre con mi monstruo personal incesante, claro esta pues, haga-se lo que –se- haga, ensayando-se mejores esfuerzos incluso… nunca se podrá-e desahuciarlo y por ello jamás seremos únicos.
¿Por qué se necesita cuasi siempre un aditamento que estimule los adentros (y mi profundo) y que nos y me haga sentir con inmediatez, el dolor de vivir y padecer? VIVIR=PADECER.
Si no somos, si no soy, podré-mos ser ente-s sin destino, indeterminado-s, y siendo ente-s andante-s, siendo (sin más).
Tocar la tierra sin miedo a ensuciarse-nos… “la suciedad” no es más que una muestra de que nuestro pensamiento lidia con el ruido y con movimientos que, ciertamente, podrían no suceder y con ello no desequilibrar absolutamente nada; en si, la nada es nada, siquiera necesita cualidad, solo es… me justifico y digo que creo mejor no nombrarla (como “siendo”)  y así evitar darle entidad o ficcionarla… intento sin sentido.
Comparto mi vino con el otro, comparto el vino conmigo misma, comparto lo que tengo, o lo que pretendo tener, o lo que dicen algunos “yoes” que tengo. Lo comparto porque no me pertenece aunque lo quiera… y sin embargo, no siempre lo añoro; si lo obtengo se pierde la estética de la añoranza dije alguna vez y resultó chistoso hasta que semejante ocurrencia se me presento abofeteándome cual (la más) cruda verdad
Llegar a un extremo no es tarea fácil, en general se es promovido hacia allí, porque nuestro monstruo quiere salir. No es posible que éste viva tan adentrado, porque así se “es”: ¡¿una esencia mutable?!
Esto es solo un esbozo y como tal, puedo creerlo y hasta actuarlo.
Debo concentrarme en mi mente, ésta siempre consciente = nunca inconsciente. ¡¡Cada vez me acerco más!!
Todo es contingente. En algún tiempo la completitud podrá convertirse en un estado de espasmos vivientes, de una quietud improductivamente productiva o productivamente improductiva (solo una elección).